Estudiar en verano: que tus críos no pierdan lo aprendido durante el curso
El verano es sinónimo de chanclas, helados y padres con mirada perdida mientras se preguntan cómo evitar que sus hijos olviden todo lo que aprendieron en nueve meses de colegio. Porque sí, seamos sinceros: estudiar en verano no es lo más apetecible para los peques (ni para los mayores, seamos aún más sinceros). Pero entre el castillo de arena y la siesta infinita, hay hueco para repasar un poquito. O al menos intentarlo con dignidad. La clave no está en montar una academia militar en el salón, sino en integrar el aprendizaje de forma natural, sin que nadie (incluidos los niños) se dé cuenta de que están usando el cerebro. Porque sí, se puede repasar sin arruinar las vacaciones ni provocar conflictos familiares dignos de un reality. Juegos, lecturas, retos... Hay más formas de aprender que con una ficha de sumas con dibujos sospechosamente tristes. Eso sí, si convencer a un niño de que tiene que estudiar ya es difícil, en verano se convierte en una disciplina olímpica no reconocida. Requiere paciencia, creatividad y una pizca de chantaje emocional. Por suerte, hay formas de hacerlo menos traumático para todos. El truco es disfrazar el repaso de actividad divertida, dejar que participen en la elección y, sobre todo, adaptar el tiempo de estudio al ritmo veraniego. Que sí, se puede estudiar y seguir teniendo tiempo para perseguir lagartijas o perfeccionar la técnica del salto bomba.

Estudiar en verano sin dramas ni llantos: consejos que sí funcionan

Te dejamos algunas ideas (probadas en campo de batalla real) para que estudiar en verano no se convierta en una pesadilla ni para ti, ni para ellos:
  • Establece rutinas suaves: 20-30 minutos al día a la misma hora bastan. No hace falta encerrarlos con un cronómetro. Lo importante es la constancia, no la tortura.
  • Hazlo divertido: Usa apps educativas, juegos de mesa que impliquen cálculo o lectura, o incluso concursos caseros con premios. Si se ríen mientras aprenden, lo estás haciendo bien.
  • Elige temas que les gusten: Si le apasionan los dinosaurios, que lean sobre eso. ¿Le encanta la cocina? Matemáticas con recetas. El contenido importa más que el formato. 
  • Recompensas sí, pero con cabeza: Un rato de dibujos, un helado o elegir la peli del día puede ser un buen aliciente. No hace falta montar una feria por cada página leída.
  • Sé su ejemplo (aunque duela): Si ellos te ven leer, hacer sudokus o aprender algo nuevo, lo verán como algo normal. Sí, esto también aplica a padres y madres.
Porque sí, las vacaciones son para descansar… Pero también para no olvidar que el cerebro sigue ahí, esperando que alguien le dé algo que hacer. Y con estos trucos, estudiar en verano será casi tan divertido como tirarse a la piscina. Casi.